Cuando las ánimas bajan
Abraham Aguilar —Sí, eso me dijo, que vio al Gabriel como por estos tiempos de secas. Que venía bajando por el cerro una mañana de esas donde hay harta neblina. —No papá, no le creo —dije—. ¿Cómo pudo verlo mi abuelo si el Gabriel murió hace casi diez años? Ya ni yo me acuerdo de él. —Saqué otra mazorca de las hojas y la eché en el guangoche. —Pos yo no sé. Según tu abuelo, Gabriel venía en medio de la niebla y que se paró a saludarlo. Tu abuelo decía que su voz era como lejana, como si solo fuera un resuello. Ya ves que cuando va a llegar noviembre las ánimas bajan del cerro. La niebla viene con ellas. —Yo no creo en espíritus —le dije, vaciando mis mazorcas en el costal. No volvimos a hablar de eso en toda la tarde. Cuando llegué a la casa, fui al arrollo que pasaba por atrás de la casa y me di un baño. Mientras estaba en el agua, pensé en Gabriel y en mi abuelo. Quiera Dios que Papá Chuy no ande penando como esas otras ánimas. Mi abuelo m